A la hora de redactar contenido, frecuentemente nos encontramos ante un dilema: ¿es posible escribir bien sin perder oportunidades de SEO? Lo cierto es que no solo es posible, sino que es recomendable que tu contenido esté bien escrito y sea agradable para que lo lea una persona.
Ya no es necesario escribir para los algoritmos, ahora hay que escribir para las personas. Y a continuación te voy a mostrar la mejor forma de hacerlo.
Palabras clave en la justa medida
En el SEO, las palabras clave sabemos que son muy importantes. Son lo que permite a Google entender de lo que trata tu texto y que los usuarios puedan encontrarlo. Pero nadie quiere leerse una lista de palabras clave, metidas a la fuerza en tu contenido. Igual que nadie quiere leer un texto mal hilado y que hay que luchar por descifrar. Las palabras clave deben estar salteadas con el mismo cuidado que un chef aderezando una receta. Lo que debes intentar es posicionar tu contenido para unas pocas palabras clave, muy bien seleccionadas y meditadas. De esta forma también será más sencillo incluirlas de forma natural y coherente en el texto y títulos. De hecho, si Google detecta que estás spameando demasiadas palabras clave, puede ser contraproducente. Un buen truco es leer lo que has escrito varias veces para asegurarte de que suena correcto y fácil de entender.
Hay que aportar valor
Yo soy el primero al que le encanta la literatura, pero tampoco debemos pecar con un exceso de forma. Lo importante es que el contenido sea útil. La gran mayoría de veces, lo que buscan los usuarios es resolver una duda. Y un buen contenido debe estar creado para ayudarles. En el fondo, es tan sencillo como pensar: ¿Qué es lo que me gustaría encontrar a mi? ¿Verdaderamente me interesaría esto? ¿Me va a resolver mi situación? La forma de estructurar y redactar el contenido debe estar orientada a responder a estas preguntas. Y sobre todo, debe estar pensada para que se pueda leer por un humano.
Una parte esencial en el SEO es cuidar los títulos. Debes encontrar el equilibrio entre suscitar curiosidad y ser honesto con lo que vas a ofrecer en tu contenido. Con el click baiting puedes lograr mucho tráfico de forma puntual, pero lo vas a perder enseguida y los usuarios van a estar decepcionados. Además, cuando tu contenido verdaderamente es práctico, los propios usuarios lo van a recomendar y compartir. Esta es, sin duda, la mejor publicidad que puede tener tu contenido.
Aprovecha los principales gatillos mentales
En el marketing, aunque parezca mentira, la psicología es una parte muy importante. Al fin y al cabo, debes tratar de entrar en la mente de tus consumidores y despertar en ellos una reacción: comprar lo que vendes. Para lograr esto, hay una serie de gatillos mentales que se utilizan habitualmente en el copywriting. Si no los conoces todavía, vas a ver que están en todas partes.
1. Urgencia: Si no lo haces ahora, te lo vas a perder: «Solo por hoy, 50% de descuento». Los hay que incluso añaden una cuenta atrás.
2. Escasez: Si sabemos que algo es escaso, nos entran ganas de comprarlo. “Solo quedan 2 a este precio”. A las aerolíneas y los hoteles les encanta.
3. Autoridad: Si lo recomiendan los expertos, nos aporta fiabilidad. “Recomendado por 9 de cada 10 profesionales”. Los dentistas lo siguen haciendo.
4. Reciprocidad: Consiste en hacer que los usuarios se sientan en deuda contigo. “Te ofrecemos una guía gratuita”. Es la base del inbound marketing. No solo puedes beneficiarte al hacer que te compren, también es muy positivo que te dejen su correo electrónico, por ejemplo.
5. Empatía: Consiste en hacer que el cliente se sienta identificado. “¿Tú también estás cansado de las esperas?” Esto es muy efectivo como gancho.
6. Prueba social: Las opiniones de otros nos influyen mucho. “Yo era escéptico pero me ha encantado”. Por eso son tan importantes las buenas reseñas y los casos de éxito. Incorporar nuestra propia experiencia en la forma que escribimos siempre aporta personalidad y credibilidad.
Mantener el toque personal
Por suerte o por desgracia, la IA cada vez es capaz de escribir mejor. Pero según internet se llena de contenidos generados de forma automatizada, se vuelve más importante que nunca tener un toque personal y humano en lo que escribimos. Los hay que lo llevan al extremo. Te cuento un secreto: hay copywriters que recomiendan incluir faltas de ortografía intencionadas. Desde luego, es lo contrario a escribir bien, pero logra que se pueda percibir el texto como mucho más auténtico y real. Pero esto se puede lograr de otras formas, sin tener que sacrificar la gramática. Por ejemplo, puedes optar por usar expresiones que te confieran personalidad o que sean muy reconocibles. Como la “opinión no solicitada” o los “superconsejitos del día”. Enseguida sabemos quién es el que está detrás.
En última instancia, todo el que escribe debe encontrar su estilo propio. No tiene que ser necesariamente un estilo muy marcado o exagerado. Pero debe transmitir algo de personalidad. Principalmente, debe mostrarnos que hay una persona al otro lado de la pantalla que se ha esforzado por redactar lo que estamos leyendo. Esto de forma subconsciente nos hace tener más interés por lo que tenemos delante. Es un gatillo mental inconsciente: nos hace retener la atención y sentirnos en deuda con el creador. Y de la misma forma, en cuanto detectamos una palabra o frase que nos hace sentir que el texto lo ha hecho una IA, perdemos nuestra atención. Te diré otro secreto: la IA utiliza frases demasiado largas, abusa del punto y coma, y sobre todo se repite con otras palabras. Evita hacer todo esto.
Con la práctica serás capaz de perder el miedo a probar cosas nuevas y desarrollar tu estilo propio. Por ejemplo, te sentirás gradualmente más cómodo al dirigirte directamente a los que te están leyendo o hacer preguntas retóricas; “eh tú, ¡sí tú!”. ¿Vés? También puedes tomarte alguna que otra licencia creativa. Citando algún autor que sea relevante o incluso una escena de película que pueda aportar a lo que escribes. O incluso unas pinceladas de humor. Muchas veces te sorprenderá que esto sea precisamente lo que más le gusta a los lectores. En definitiva, que les hables como si te estuvieran escuchando. Que no puedan apartar la mirada del papel (o del ordenador) con tal de poder llegar al final de lo que has escrito.